René Calsín Anco

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Lugar: Juliaca, San Roman, Peru

Nací en Juliaca. Estudié primaria y secundaria en mi tierra natal; superiores en la Universidad Nacional de San Agustìn de Arequipa; cuento con una maestría en Literatura y con estudios de doctorado en Ciencias Sociales. Soy Autor de dos libros y diez opúsculos, dirijo dos revistas.

sábado, abril 22, 2006

BICENTENARIO DE LA CIUDAD DE PUNO
Escribe: René Calsín Anco.
Hace poco se recordó una importante efemérides, se trata del bicentenario de la ciudad de Puno, puesto que el 14 de octubre de 1805 la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos adquiría un nuevo rango, el de CIUDAD, conferida por real orden.
Todos quienes abordaron sobre el otorgamiento de la categoría de ciudad, consignan solo el año, el de 1805, tenemos los casos de Eduardo Pineda Arce, Juan Alberto Cuentas, Víctor Villar Chamarro, Enrique Cuentas Ormachea e Ignacio Frisancho Pineda, entre otros. El año de 1805, sin precisar la fecha, se repite permanentemente en revistas y periódicos por el día de Puno.
Nosotros que estamos indagando en bibliotecas y archivos datos relacionados con la historia de la región Puno, afortunadamente hallamos un artículo suscrito en 1863 que apareció dos años después en La Bolsa de Arequipa, en donde se precisa el día y el mes. Considerando esa fecha hallada, el pasado 14 de octubre se cumplieron 200 años de la ciudad de Puno. En ese día, en el local del Instituto Americano de Arte, ofrecimos una conferencia sobre este episodio histórico.
En el artículo titulado Don José Salcedo y suscrito por S. H. J. aparece la siguiente información: “El valle de Puno es mui estrecho, y su población asciende á diez mil almas, cuya mayoria se empleaba, en la época de nuestra historia, en el trabajo de las minas. En este valle está situada la villa de Puno, que fué mas tarde distinguida por Carlos IV con el título de ciudad, por real orden de 14 de octubre de 1805” (La Bolsa, 17/09/1865).
A propósito de las ciudades de la hoy región Puno, se conoce que antes de 1805 Chucuito ya ostentaba tal jerarquía, puesto que en diversos documentos coloniales aparece registrado como ciudad, inclusive en documentación del siglo XVI.
Después de que a Puno le otorgaran el título de ciudad, accedían a tal rango: Lampa, el 24 de diciembre de 1870; Azángaro, el 5 de febrero de 1875; Putina, el 2 de setiembre de 1889; Juli, el 2 de setiembre de 1889; Sandia, el 28 de octubre de 1889; Juliaca, el 3 de octubre de 1908; Ayaviri, el 22 de noviembre de 1912; Yunguyo, el 26 de octubre de 1926 e Ilave, el 28 de noviembre de 1950.
Por otra parte, es importante dar cuenta del desarrollo de la ciudad de Puno. Las primeras aldeas quedaron instauradas por agricultores, pastores y uros; después hombres de habla puquina (asociados a las culturas Pukara y Tiwanaku) formaron más aldeas. Cuando se establecieron los reinos aimaras se consolidaron las aldeas puquinas y se crearon otras en zonas altas. En los años de apogeo del Tawantinsuyo se formó el pueblo de Puñuy, porque este lugar se convirtió en eje víal, puesto que de Puno nacía un ramal del camino de Urcusuyu, que se dirigía a la costa, hacia lo que hoy es Arequipa. En el primer tramo de la colonia, se estableció el pueblo de San Juan de Puno sobre el pueblo de Puñuy. El 9 de setiembre de 1668 se fundó la villa de Puno, con la denominación de villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos, y se estableció que esta villa sea la capital del corregimiento de Paucarcolla, o sea que desde esa fecha Puno hace la vez de capital provincial. Ocho semanas después, el 4 de noviembre, se realizaba la misa de acción de gracias que solemnizaba la instauración de la flamante villa. Luego de la revolución tupacamarista, cuando se formó la intendencia de Puno con cinco partidos, la villa de Puno se convirtió en capital de intendencia, es decir en capital departamental, puesto que las intendencias tienen su equivalente en los departamentos. Posteriormente, el 14 de octubre de 1805, la villa de Puno accedía a la jerarquía de CIUDAD.
Es posible que junto al título de ciudad, a Puno se le haya otorgado su escudo de armas. Al respecto, el historiador Ignacio Frisancho Pineda que investigó la trayectoria histórica de Puno, De aldea a ciudad, expresamente escribía: “en 1805, como premio a la heroica defensa de la Villa de Puno ante los ataques de las huestes de Diego Tupac Amaru, el Rey Carlos IV de España, la elevó al rango de ciudad y, al mismo tiempo le concedió su escudo de Armas, que es el que hoy ostenta el Municipio de Puno”.
De manera que el pasado 14 de octubre hemos recordado el bicentenario de la ciudad de Puno y quizá el bicentenario del escudo de Puno.
Puno, 4 de noviembre del 2005.
En la centuria pasada, se han apreciado cualitativos cambios en los carnavales de Juliaca, particularmente en lo que concierne a la actividad dancística. En los primeros decenios de ese siglo, de la variedad de danzas, la Qashwa, los Phusamorenos (o Morenos), la Tarka y los Sicuris se encumbraban como las principales manifestaciones coreográficas. De los promotores de entonces se distinguía nítidamente don Miguel Ortiz. El maestro José Catacora Solórzano rememoraba: “Los tradicionales MORENOS eminentemente típicos y cuyo mayorazgo insustituible era el recordado don Miguel Ortiz” y Pascual Carpio Idiáquez escribía: “Recordamos bastante la variedad de bailes típicos… se destacaba la comparsa de pusamorenos dirigido por don Miguel Ortiz”.
En los carnavales de los años veinte se insertaba una nueva danza, la Pandilla Puneña. En el diario El Siglo del 26 de febrero de 1926 se informaba: “Gracias a las monótonas cholitas pandilleras que con sus trajes típicos al son de guitarras, mandolinas y quenas, recorrían las calles de Juliaca, evocando el carnaval. Gracias a ellas no hemos muerto de tristeza”.
La acentuada migración iniciada en los años cuarenta provocó sustanciales transformaciones en la ciudad de Juliaca. Hizo que se extinguieran algunas danzas, que aparecieran otras y que se instauraran certámenes de danzas. A mediados de siglo y por algunas décadas, en los carnavales de Juliaca se entronizaba la Pandilla Puneña, danza que se apreciaba en su máximo esplendor el domingo de amargura, en la localidad de Caracoto.
En la ciudad de Juliaca, en los años finales de los setenta empezaron los concursos de danzas de los carnavales. Comenzó el primer concurso en la plaza del barrio Túpac Amaru.
Sobre la instauración de los certámenes dancísticos de los Carnavales de Juliaca y la formación de la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Juliaca, es esclarecedora la siguiente cronología:
Sábado 3 de marzo de 1979: I Concurso “Toqoro de Oro”, organizado por la Agrupación Folklórica los Machuaychas de Toqoros y Pinquillos, en el anfiteatro natural del cerro Huaynarroque.
Lunes 17 de febrero de 1986: I Parada Folklórica, organizada por radio El Sol de los Andes. Desde 1999 este certamen es organizado por la ACOF.
Jueves 10 de febrero de 1989: I Concurso “Varilla de Oro”, organizado por los comerciantes del mercado Manco Cápac, en la plaza de Manco Cápac.
10 de marzo de 1995: Fundación de la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Juliaca (ACOF). Miércoles 21 de febrero de 1996: I Concurso de Danzas del Pueblo Joven La Revolución, organizado por el Comité Pro-Distritalización del futuro distrito de San Miguel.
Viernes 14 de febrero de 1997: Primera versión del Concurso de Danzas “Cristo Blanco”, organizado por la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Juliaca.
Miércoles 25 de febrero de 1998: I Concurso de Danzas Autóctonas, organizado por la Asociación Folklórica los Chiñiplicos, en la explanada de la Rinconada.
Se hace constar, que antes de la instauración del concurso en el cerro Huaynarroque existían tres certámenes dancísticos en los que participaban los conjuntos de Juliaca: el de Caracoto, que se realizaba en domingo de amargura; el de Calapuja, que se cumplía en día sábado; y el del barrio Túpac Amaru que inicialmente se desarrollaba el día jueves y posteriormente el día viernes. Este último concurso, denominado “Sombrero de Oro”es organizado actualmente por los comerciantes de la plaza Túpac Amaru y desde hace una década se ha convertido en Parada Folklórica.
En este año se han llevado nueve concursos. La Asociación de Conjuntos Folklóricos de Juliaca ha proclamado cuatro certámenes oficiales, nos referimos a los que se desarrollan los días: Jueves (Varilla de Oro, en la plaza Manco Cápac), Viernes (Cristo Blanco, en la plaza 24 de Octubre), Sábado (Toqoro de Oro, en el anfiteatro natural del cerro Huaynarroque) y lunes (Parada). Los otros concursos son opcionales para los conjuntos afiliados a la ACOF.
En la actualidad, a tres decenios de la serie de certámenes dancísticos, el carnaval de Juliaca ha devenido en el más grande del país, por ser un carnaval fastuoso, masivo y prolongado.

JULIACA A TRAVÉS DE LA DANZA Y LA MÚSICA

Escribe: René Calsín Anco

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Los primeros pobladores que pisaron tierra calcetera, hace no menos de diez mil años, fueron cazadores y recolectores, después se hacían presente los uros o pescadores. Cuando se domesticaron a las plantas y a los animales, los recolectores y los cazadores se transformaron en agricultores y en pastores. Por esos cambios cualitativos se pasó de una economía recolectora a una economía productiva, aparecían la arquitectura y el arte textil, y la población errante se convertía en sedentaria.Se logró identificar a una lengua altiplánica de esos tiempos, nos referimos a la lengua uruquilla, asociada a los uros. En Juliaca los pescadores se asentaron por inmediaciones de los ríos Juliaca (hoy río Coata) y Toroqocha, las lagunas Chacas, Qoriwata, Qochapampa, Correhuellas y Pucaqocha, y en el Totoral. En épocas posteriores, a pesar de su notable disminución, seguía siendo significativa la presencia uro; en 1573 representaban la cuarta parte de la población juliaqueña; en el siglo XVII se concentraban en la parcialidad Balsero; y en la siguiente centuria y hasta muy entrado el siglo XIX los últimos uros se congregaban en el lugar denominado “Balsas de Juliaca”, por el puente Maravillas.En la Juliaca de hoy quedan legados uros, uno de ellos es el Toqoro (Tohco-Uro). Para Manuel A. Quiroga: “Los kolla ahkes (gentes kollas) siempre concurrieron a Juliaca para los rines UROS que danzaban al son de grandes Alacitas, donde nunca faltaron los Tohco-Uros, baile del tokoro” 1. El toqoro desde su instauración paulatinamente se convertía en el instrumento musical representativo de Juliaca.Con la alfarería surgió Qaluyo (1400 a.C.), la primera cultura altiplánica. Sucedían a Qaluyo, Pukara (500 a.C. a 500 d.C.) y Tiwanaku (500 d.C. a 1100 a.d.). También floreció un desarrollo local, la cultura Waynarroque (200 d.C. a 600 d.C.), adscrita a la cultura Pukara. Los qaluyos, pukaras, waynarroques y tiwanakus se comunicaban a través de la lengua puquina.En el primer tramo de la colonia los puquinas calceteros se concentraban en la parcialidad Piquina. En el último tramo y hasta los primeros decenios del siglo XX, la parcialidad de Piquina se denominaba Pequen. En el censo de 1940, dejó de aparecer Pequen como parcialidad de Juliaca.Hay términos y elementos puquinas que forman parte de la actual cultura calcetera. Así, una danza de origen puquina, que aún la apreciamos en Juliaca y en otras provincias de la región Puno, es el Puli Puli, danza emblemática de los puquinas. El arqueólogo alemán Dr. José Kimmich escribía: “Están en boga los bailes de Huifala, Kachua… Pero hay una netamente de estirpe puquina… llamado Puli Puli” 2. Otro legado es el siku, instrumento musical representativo de los pobladores de habla puquina.En el siglo XI el Altiplano fue escenario de una incursión militar por pobladores aimaras. Después florecían en la hoy región Puno, los reinos aimaras Kolla, Lupaka y K'ana, y el señorío Kallawaya. En el primer reino había dos facciones, los kollas de Urcusuyo y los kollas de Umasuyo. Juliaca estuvo en la circunscripción de los kollas de Urcusuyo, que tenía por capital a Hatunkolla y por gobernante a Zapana. En ese tiempo, los puquinas y los uros redujeron su área de influencia y se sometieron a los aimaras.En Juliaca se conservan vocablos y costumbres aimaras. La danza emblemática, la Qashwa de San Sebastián, es de raigambre kolla. A la Qashwa la registraron los cronistas Pedro Cieza de León, Juan de Betanzos, Pedro de Sarmiento de Gamboa, Miguel Cabello de Balboa, Ludovico Bertonio, Juan de Santa Cruz de Pachacuti, Felipe Guamán Poma de Ayala y Bernabé Cobo, quienes la identificaron como danza en círculo. Bertonio en su monumental Vocabulario de la lengua aymara (1612), la registró como kawa; a la voz kawaña dio los significados de “Baile” y “Bailar una rueda de gente tomándose de las manos” y a los vocablos kawantaña de “Bailar así mucho tiempo” y kawarukiptaña de “Embebecerse en bailar”. El término kawa está enraizado en Juliaca, en los apellidos Turucahua, Cahuapasa, Paricahua y Sucacahua. En un libro de 1640-1676 de la parroquia de Santa Catalina aparecen los apellidos Cahua, Purucahua y Paricahua. Además los Turucahua y Cahuapasa hacían de curacas de Juliaca, Gabriel Turucahua apoyó la edificación del Templo de Santa Catalina y Juan Cahuapasa por su destacadísima participación en la revolución tupacamarista resultó nombrado Justicia Mayor de Azángaro por el mismísimo José Gabriel Túpac Amaru. Los actuales apellidos Cahuapasa, Paricahua y Sucacahua mantienen el vocablo kawa.La Qashwa es una danza de esencia guerrera; en sus inicios la ejecutaron hombres y mujeres con denuedo y regocijo a los sones de tokoros, pinquillos, tambores y pututos. Los danzarines con pasos rítmicos, gimnásticos y vigorosos se agrupaban en hileras y fundamentalmente en rondas y agarrados de las manos, para cantar y vitorear sus hazañas con hurras de triunfo. Uno de los estribillos que aún pervive, es el conocido ¡Wipha!, Que para Gamaliel Churata es le grito de triunfo de los kollas como ¡Hallalla! para los lupakas y, agrega, que “los ¡Wipha! ¡Wipha! Son Wiphala de la Khachwa” 3. Con el correr de los años esta danza kolla, cuya cuna es Juliaca, ha variado en coreografía, música y vestuario. En la Qaswa la danza, la música y el canto forman una unidad.Además, en los años de preponderancia aimara surgieron variantes en el Puli Puli y los Sikuris, por entonces los Sikuris estuvieron supeditados al Ayarachi.Durante el Tawantinsuyo los inkas concentraron en dos pueblos a los juliaqueños de entonces, en Xullaca y Qoriwata. A dos decenios de dominio inka, en 1471, se sublevaron los kollas. Ante tal alzamiento, de la capital del Tawantinsuyo se desplazó un ejército que resultó derrotado en Huarmi Pukara por las tropas kollas lideradas por las mujeres cullacas (mujeres de Juliaca) 4. Tres años después, Tupac Inka Yupanqui con un poderoso ejército sofocaba la sublevación kolla y dejaba en los pueblos sublevados representantes, mitimaes y una guarnición; estos iniciaron la implantación del quechua, cuyo afianzamiento se concretó en la colonia.El triunfo kolla en tierras calceteras trajo consigo una serie de celebraciones, en donde la Qashwa tuvo un rol protagónico; los tokoros adquirieron mayor dimensión y grosor, por eso el historiador Dionisio Torres Juárez decía: Al “toccoro… lo crean de cañas más gruesas y sonoras para dar más volumen a todos sus triunfos, al son de una música guerrera que se puede traducir como una verdadera pifia. A estos certámenes de triunfo asistían también las mujeres quienes ayudaban a cantar a los vencedores” 5. En los albores de la colonia, por las ordenanzas del Lic. Vaca de Castro (1543), se extinguió el pueblo de Qoriwata (Camata), cuyos pobladores se trasladaron al pueblo de Xullaca (Juliaca). En 1549 transitó por Juliaca el cronista Pedro Cieza de León, quien escribió: “Desde Pucara hasta Hatuncolla hay cantidad de quince leguas; en el comedio de ellas están algunos pueblos, como son Nicasio, Xullaca y otros” 6. Para Felipe Guamán Poma de Ayala (1615) Juliaca era un pueblo de prestancia en el Kollao, la registró como Zullaca y como aldea de españoles e indios y tambo real 7.En el período colonial se edificó el templo de Santa Catalina, después de su conclusión aparecía otra danza, nos referimos a los Soldaditos de Santa Catalina, aún esta expresión coreográfica es evocada cada 25 de noviembre.Con la llegada del ferrocarril (1873) se formó el Pueblo Nuevo por inmediaciones de la estación ferroviaria y Juliaca se convirtía en eje vial y en centro de transacciones comerciales del altiplano. El Pueblo Viejo y el Pueblo Nuevo celebraban sus fiestas patronales, los del Pueblo Viejo lo hacían el 2 de febrero, en homenaje a la Virgen de la Candelaria, y los del Pueblo Nuevo instauraron la Festividad de las Mercedes (24 de setiembre). Con el devenir de los años esta última festividad se impuso. Asociada a estas festividades y a otras se ejecutaron diversas danzas. El historiador Donato Pilco Pizano logró identificar varias danzas de los primeros decenios del siglo XX, aquí la lista: Qashwa (Toqoros), Soldaditos de Santa Catalina (Mataccaras o Curu uchus), Puli Puli, Tarka, Taytas, Choquela, Phusa Moreno, Tucumano, Inti Tusoc, Ayarachis, Chuncho, Chasqui, Pantominos, Pandilla, Diablada, Morenada, Kullaguada 8. Una danza que logró preeminencia en ese tiempo son los Morenos (o Phusa Moreno) acompañados por Sicuris con don Miguel Ortiz como mayorasgo 9. De esta valiosa lista, advertimos que varias danzas altiplánicas de la Juliaca de antaño se extinguieron, caso de los Choquelas (danza de los cazadores), las Tarkas (creada por pobladores puquinas), los Ayarachis (manifestación kolla), el Inti Tusoc (expresión inka), los Pantominos y los Tucumanos (danzas coloniales), el Phusa Moreno (danza republicana, antecesora de la Morenada), etc. El 6 de setiembre de 1926 por ley 5463 se creaba la provincia de San Román, con Juliaca como capital. Siete semanas después, el 24 de octubre, se inauguraba la flamante provincia. Hace tres décadas se instauraron los concursos de danzas. De entonces hasta ahora estos certámenes han devenido en imponentes demostraciones de manifestaciones dancísticas que han logrado convertir a los Carnavales de Juliaca en los carnavales más grandes del país. Los Carnavales de Juliaca se caracterizan por ser fastuosos, masivos y prolongados. Es paradójico que en los actuales certámenes dancísticos de los Carnavales de Juliaca no estén las danzas representativas de Juliaca, caso de la Qaswa de San Sebastián y los Soldaditos de Santa Catalina. A propósito, proponemos la realización del I Festival de la Qashwa de San Sebastián y la declaración de patrimonio cultural de la nación al Toqoro**. Es hora que a los carnavales más grandes del país, por la ubicación estratégica de Juliaca en la Macro Región Sur y la Mega Región que involucra a cuatro países, se oriente a su cualificación e internacionalización.
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NOTAS BIBLIOGRÁFICAS:
1) QUIROGA, Manuel A. Escarceos filológicos. En Runa Soncco, N° 7, 1937.
2) El Deber, del 6 de setiembre de 1921.
3) CHURATA, Gamaliel. El Pez de Oro, Editorial Canata, 1957, pp. 441 y 542.
4) SANTA CRUZ PACHACUTI, Juan de. Relación de antigüedades de este reino del Perú, p. 79.
5) TORRES JUÁREZ, Dionisio. La provincia de San Román, 36 años de creación política, p. 235.
6) CIEZA DE LEÓN, Pedro. La crónica del Perú, Biblioteca Peruana, 1973, p. 231.
7) GUAMÁN POMA DE AYALA, Felipe. Nueva crónica y buen gobierno, 1615, p.1091.
8) PILCO PIZANO, Donato. Algo sobre las fiestas en Juliaca, en Revista Politécnico, N° 3, 1971.9) TORRES JUÁREZ, Dionisio. Ob. Cit., p. 210.* Resumen de la ponencia sustentada por el historiador René Calsín Anco, director del IPEJAE, en el II Congreso del Folklore organizado por la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Juliaca.** Más propuestas se dan cuenta en un documento suscrito por el IPEJAE, la ANEA San Román y el Centro Cultural Andino.

EL CARNAVAL DE JULIACA EL MAS GRANDE DEL PERÚ
Escribe: René Calsín Anco.
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En la centuria pasada, se han apreciado cualitativos cambios en los carnavales de Juliaca, particularmente en lo que concierne a la actividad dancística. En los primeros decenios de ese siglo, de la variedad de danzas, la Qashwa, los Phusamorenos (o Morenos), la Tarka y los Sicuris se encumbraban como las principales manifestaciones coreográficas. De los promotores de entonces se distinguía nítidamente don Miguel Ortiz. El maestro José Catacora Solórzano rememoraba: “Los tradicionales MORENOS eminentemente típicos y cuyo mayorazgo insustituible era el recordado don Miguel Ortiz” y Pascual Carpio Idiáquez escribía: “Recordamos bastante la variedad de bailes típicos… se destacaba la comparsa de pusamorenos dirigido por don Miguel Ortiz”.
En los carnavales de los años veinte se insertaba una nueva danza, la Pandilla Puneña. En el diario El Siglo del 26 de febrero de 1926 se informaba: “Gracias a las monótonas cholitas pandilleras que con sus trajes típicos al son de guitarras, mandolinas y quenas, recorrían las calles de Juliaca, evocando el carnaval. Gracias a ellas no hemos muerto de tristeza”.
La acentuada migración iniciada en los años cuarenta provocó sustanciales transformaciones en la ciudad de Juliaca. Hizo que se extinguieran algunas danzas, que aparecieran otras y que se instauraran certámenes de danzas. A mediados de siglo y por algunas décadas, en los carnavales de Juliaca se entronizaba la Pandilla Puneña, danza que se apreciaba en su máximo esplendor el domingo de amargura, en la localidad de Caracoto.
En la ciudad de Juliaca, en los años finales de los setenta empezaron los concursos de danzas de los carnavales. Comenzó el primer concurso en la plaza del barrio Túpac Amaru.
Sobre la instauración de los certámenes dancísticos de los Carnavales de Juliaca y la formación de la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Juliaca, es esclarecedora la siguiente cronología:
Sábado 3 de marzo de 1979: I Concurso “Toqoro de Oro”, organizado por la Agrupación Folklórica los Machuaychas de Toqoros y Pinquillos, en el anfiteatro natural del cerro Huaynarroque.
Lunes 17 de febrero de 1986: I Parada Folklórica, organizada por radio El Sol de los Andes. Desde 1999 este certamen es organizado por la ACOF.
Jueves 10 de febrero de 1989: I Concurso “Varilla de Oro”, organizado por los comerciantes del mercado Manco Cápac, en la plaza de Manco Cápac.
10 de marzo de 1995: Fundación de la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Juliaca (ACOF). Miércoles 21 de febrero de 1996: I Concurso de Danzas del Pueblo Joven La Revolución, organizado por el Comité Pro-Distritalización del futuro distrito de San Miguel.
Viernes 14 de febrero de 1997: Primera versión del Concurso de Danzas “Cristo Blanco”, organizado por la Asociación de Conjuntos Folklóricos de Juliaca.
Miércoles 25 de febrero de 1998: I Concurso de Danzas Autóctonas, organizado por la Asociación Folklórica los Chiñiplicos, en la explanada de la Rinconada.
Se hace constar, que antes de la instauración del concurso en el cerro Huaynarroque existían tres certámenes dancísticos en los que participaban los conjuntos de Juliaca: el de Caracoto, que se realizaba en domingo de amargura; el de Calapuja, que se cumplía en día sábado; y el del barrio Túpac Amaru que inicialmente se desarrollaba el día jueves y posteriormente el día viernes. Este último concurso, denominado “Sombrero de Oro”es organizado actualmente por los comerciantes de la plaza Túpac Amaru y desde hace una década se ha convertido en Parada Folklórica.
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En este año se han llevado nueve concursos. La Asociación de Conjuntos Folklóricos de Juliaca ha proclamado cuatro certámenes oficiales, nos referimos a los que se desarrollan los días: Jueves (Varilla de Oro, en la plaza Manco Cápac), Viernes (Cristo Blanco, en la plaza 24 de Octubre), Sábado (Toqoro de Oro, en el anfiteatro natural del cerro Huaynarroque) y lunes (Parada). Los otros concursos son opcionales para los conjuntos afiliados a la ACOF. En la actualidad, a tres decenios de la serie de certámenes dancísticos, el carnaval de Juliaca ha devenido en el más grande del país, por ser un carnaval fastuoso, masivo y prolongado.